
La pandemia ha frenado de seco el ritmo de desinversión de los activos improductivos (créditos dudosos más adjudicados) de la banca española. El sector desaguó a lo largo de 2020 en torno a 9.500 millones de euros de activos tóxicos, lo que supone un 63% menos de los 25.500 millones que se sacudió a lo largo de 2019. Concretamente, y según los datos del Banco de España, el conjunto de las entidades del país redujo unos 5.000 millones de euros de créditos dudosos a lo largo del año pasado, frente a los 12.800 millones que minó el ejercicio previo y en torno a 4.400 millones en ladrillo, frente a los 12.700 millones de 2019.
Este frenazo ha roto las previsiones de desinversión en activos improductivos para 2020 que realizó Standard & Poor's a comienzos de dicho ejercicio. Los analistas de la agencia de calificación estimaron que el sector bancario español reduciría en torno a 15.000 millones de euros entre créditos dudosos y ladrillo durante el año que acaba de terminar, hasta situar el grueso de los activos tóxicos totales en 68.000 millones de euros. Sin embargo, la realidad del coronavirus viró por completo el escenario, y las entidades han podido deshacerse del 63% de lo inicialmente estimado.
Esta tendencia, también acaba con la previsión de desinversión de 2021, año en el que según S&P la banca se desharía de otros 12.000 millones de euros de activos improductivos, acercando el peso total de estos activos en el balance del sector financiero al 4%, muy próximos a los niveles medios que acumula el sector financiero de la Zona Euro y al fin del trabajo iniciado por las entidades en la última crisis financiera para dejar sus balances saneados.
Sin embargo, la pandemia ha dado un giro de 180 grados a la situación y, ahora, lejos de esperar una reducción de los activos improductivos de la banca, se espera una mayor entrada de los mismos ante los impagos crediticios que están por llegar, una vez expiren las moratorias concedidas.
Precisamente, también ha sido S&P la primera en poner cifra a la previsión del alza de la morosidad que acumularán las entidades españolas este año. Según la agencia de calificación, el ratio de mora escalará en 2021 al 9,6%, frente al 4,57% en el que se situó en octubre de 2020, última fecha de la que el supervisor nacional ha publicado datos.
Los expertos del Banco Central Europeo (BCE), por su parte, admiten aún incertidumbre para conocer los impactos que dejará la pandemia en el sector, no obstante, adelantan que en función de lo que ocurrió en las crisis anteriores, la morosidad bancaria podría triplicarse por el coronavirus. Y en esta ocasión, auguran, la resolución de la morosidad costará más a la banca.
En comparación con la crisis de 2008, ahora la mayoría de los países europeos tienen una deuda pública sustancialmente mayor, bancos menos rentables y, en muchos casos, condiciones más débiles en el sector empresarial, factores que, históricamente, han complicado la resolución de los casos de morosidad.
Además, si la recuperación económica de la crisis del coronavirus es lenta y prolongada, aumentarán las pérdidas de crédito por las dificultades de las empresas y podrían abrumar a los bancos, lo que complicaría aún más la resolución de los casos de morosidad, según aseveran desde el supervisor bancario europeo.
Los planes de Europa
La Comisión Europea presentó en diciembre la estrategia para evitar la acumulación de activos tóxicos en la banca, que pasa por desarrollar aún más los mercados secundarios para estos activos con el objetivo de permitir que las entidades se desprendan de los préstamos dudosos y al mismo tiempo se fortalezca la protección de los deudores. Un paso importante en este proceso sería la adopción de la propuesta sobre administradores y compradores de crédito, que siguen discutiendo el Parlamento Europeo y los gobiernos.
Además, Bruselas explorará la posibilidad de poner en marcha una red europea que conecte las distintas compañías nacionales de gestión de activos, como la Sareb en España.